Hace poco he empezado a interesarme por el jardín de la casa de campo de mis abuelos, un terreno odioso y gratificante a partes iguales cerca de Madrid. Desde entonces, mis mayores obsesiones han sido cómo crear un espacio agradable con poco mantenimiento, ya que no lo visito con regularidad, y que las plantas sobrevivan el duro verano sin apenas riego. Ha sido esta cabezonería por conseguir un jardín en tales condiciones la que ha ido guiando últimamente mis intereses, las compras para ampliar mi biblioteca y, por si no se ha notado, va tomando peso en los artículos de este blog.
Es cierto que el clima mediterráneo, y el mediterráneo continental en concreto, es un entorno difícil para la jardinería. El invierno es duro y en la época más calurosa no llueve. Por eso las plantas han tenido que desarrollar un conjunto de recursos para sobrevivir durante esos meses complicados, que casan mal con la tradición estética del jardín inglés: unas crecen rápidamente y se agostan, otras recubren sus hojas para evitar que se pierda el agua, etc. Así, el paisaje mediterráneo pasa del verde ácido e intenso de la primavera, a los tonos amarillos, pardos, y glaucos del verano.
La jardinería convencional, sin embargo, sigue apoyándose en el riego, porque parece que la única belleza que somos capaces de admirar es la del verde. No es sólo una cuestión de educación o costumbre, seguramente hay algo en lo más profundo de nuestro subconsciente, no sé si cultural o instintivo, que nos hace preferir este color, que asociamos con el agua y la vida. Si el jardín aspiraba a ser una representación del paraíso, un refugio frente a la implacable naturaleza, parece lógico que los jardines mediterráneos fueran entonces vergeles que aprovechaban la escasa agua para crear condiciones especiales.
Sin embargo, cuando el hombre ya ha alterado en mayor o menor medida todos los espacios naturales y casi no queda nada de esa Naturaleza de la que defenderse, parece que hemos empezado a descubrir que el verdadero paraíso estaba en la propia Naturaleza. En este contexto surgen determinados movimientos que plantean nuevas formas de entender la jardinería y el paisajismo, basados en la ecología, aunque no necesariamente ecológicos, como la xerojardinería, el Jardín Planetario o la llamada Nueva Ola de Perennes (o Vivaces)… De esta última corriente de estética naturalista, cuyos principios considero adaptables a nuestra climatología, he devorado últimamente dos libros imprescindibles que os presento hoy: Designing with Plants y Planting: A New Perspective, ambos de Piet Oudolf y Noel Kingsbury.
Por si alguien no conoce aún a los autores, aquí una breve presentación:
Piet Oudolf es un diseñador de plantaciones, un horticultor ornamental que ha pasado de regentar, junto con su mujer Anja, un vivero de plantas entonces poco habituales, a colaborar con numerosos paisajistas, hasta el punto de convertirse en el auténtico artista en cada intervención. Sus obras son como contemplar un cuadro: la luz, la estructura, la textura, el movimiento y las combinaciones armónicas de color definen sus obras. Su obra más conocida es sin duda el diseño de plantaciones de la High Line de Nueva York. A pesar de su celebridad e influencia, Piet mantiene un perfil relativamente discreto dentro del star system y transmite una sensación de cercanía y humildad desde su casa y jardín experimental en Hummelo (Países Bajos).
Noel Kingsbury, aun siendo otro diseñador de plantaciones reconocido dentro de este movimiento, destaca sobre todo por sus dotes como comunicador. No obstante, ha sido la voz de Piet en uno de los libros que presentamos —dicho por él mismo en el prólogo— y no me extrañaría que en los dos. Al igual que en su blog, un referente mundial en la materia, consigue que un tema tan técnico se convierta en una amena lectura.
Recomiendo la lectura de estos dos libros en orden cronológico. Entre el primero, Designing with Plants, y el segundo, Planting. A New Perspective, median 14 años, y se nota.
Designing with Plants es fundamental para entender los principios del estilo. Es más un manual de jardinería y, aunque no es de recetas, tiene un estilo más divulgativo y parece más dirigido al jardinero aficionado que al profesional del diseño. Aquí se desgranan los conceptos de forma, textura, armonía, etc., que ayudan a entender el por qué de la belleza de estas composiciones, que perdura incluso en el invierno. Se divide en cinco grandes capítulos titulados paletas de plantación, ideas de diseño, talante, plantación para todo el año y directorio de plantas.
Lo más interesante del libro es sin duda la paleta de plantación, con una clasificación tipológica de diferentes plantas en función de su forma, que responde a un criterio más compositivo que botánico, con numerosos ejemplos de especies de cada tipo y que se ha convertido ya casi en un estándar entre los entendidos en la materia. Así, por ejemplo, habla de botones y globos, espigas, penachos, umbelas, margaritas y cortinas, que influirán en uno u otro sentido en el carácter de la plantación. También hay un apartado dedicado a la textura de las hojas y otro a cada color y sus connotaciones.
En el capítulo de ideas de diseño se desarrollan algunos conceptos que definen este tipo de estilo naturalista, como el empleo de gramíneas y umbelíferas, la importancia del ritmo y la repetición para crear estructura, cómo combinar colores o la diferenciación entre plantas estructurales y de relleno.
Las plantaciones de Oudolf se distinguen porque priman la estructura y la textura sobre el color. Emplea gamas cromáticas armónicas y colores matizados, en lugar de los híbridos de colores fuertes que encontramos en cualquier vivero o plantación municipal.
La aparición del segundo libro, Planting: A New Perspective llega tras años de proyectos, conferencias y otros libros en los que Oudolf ha ido desgranando los principios del estilo y donde se ve su evolución.
Para exponer las ideas, el libro se apoya fundamentalmente en las obras de Oudolf, en las que se aprecia un estilo más maduro, un diseño más depurado y algunos conceptos nuevos. La lectura se puede entender, como dice Noel, como dos gradientes: entre escalas macro y micro, entre orden y espontaneidad, aunque cada capítulo trata temas diversos y en profundidad.
1. Planting. The Big Picture. Se centra en el contexto de las plantaciones y en el gradiente de orden y espontaneidad. Es un manifiesto en contra de las plantaciones tradicionales en bloque y a favor de la entremezcla, aunque con un espíritu crítico que revela las fortalezas y debilidades de cada enfoque.
2. Grouping Plants. Escala intermedia: cómo agrupar las plantas, diferentes maneras de estructurar las plantaciones (en grupos, matrices, corrientes…).
3. Combining Plants. Desciende otro nivel en la escala, se centra en la combinación y yuxtaposición, por qué una planta combina con otra y cómo conseguir plantaciones que luzcan bien todo el año. Es el capítulo más interesante para nuevos profesionales o aficionados, o aquellos con jardines pequeños. También dedica un apartado a la estructura de las vivaces, en mi opinión bastante farragoso, no sé si porque habla de sutilezas, o porque no encontraba las diferencias de matiz entre los términos que definen cada tipología; no hay que olvidar que ambos libros están en inglés, por lo que no debe extrañarnos que la obra de Oudolf haya tenido tan escasa difusión entre los profesionales del mundo hispanohablante.
4. Long-Term Plant Performance. Se centra más en la dimensión temporal de las plantas, su clasificación como efímeras, anuales, bianuales, perennes (o vivaces), etc. Es parte de una tesis desarrollada por Noel en la universidad de Sheffield y tiene un aspecto mucho más técnico y que contrasta con el enfoque divulgativo del capítulo anterior.
5. Mingling Currents in Contemporary Planting Design. Este capítulo es muy interesante para conocer otros enfoques y otras autoridades en el diseño de plantaciones naturalistas y entremezcladas, como Dan Pearson, Roy Diblik, Heiner Luz y Cassian Schmidt, entre otros. También se presenta en este libro el trabajo de Amalia Robredo, paisajista uruguaya, pionera en esta corriente en el mundo hispanohablante, bisagra entre profesionales de diversas culturas y a la que desde estas líneas animo a seguir la senda divulgativa de Noel.
Por último, hay una bibliografía recomendada y un directorio de plantas, con datos detallados sobre su altura, anchura, densidad de plantación, comportamiento en el tiempo y un largo etcétera; pero es una selección en general bastante friki, con las plantas que se ven en los diseños de Oudolf, pero que en su mayoría no encuentras en los viveros, aunque está bien tenerlo como punto de partida para la investigación y experimentación personal.
En conclusión, dos libros imprescindibles para aquellos interesados en el diseño de plantaciones, independientemente del nivel de afinidad con el estilo naturalista. El primero, un básico imprescindible para comprender todo lo que viene después; el segundo, un libro maduro, completo y riguroso, un recurrente libro de consulta que no deja frío. Para conseguirlo, consulta en la página de Timberpress.
Sigue atento a Quincunx en las redes sociales, pronto publicaremos otros recursos para seguir aprendiendo más sobre el estilo naturalista en jardinería y paisajismo.
Etiquetas: combinaciones, coppice, diseño, estilo naturalista, high line, Kingsbury, libros, mediterráneo, New Perennial Movement, Oudolf, perennials, plantaciones, xerojardinería
2 Comments
Es una maravilla que compartas todo esto… Me parece fantástico que te hayas animado con lo del jardín de tus abuelos, espero que pronto puedas ir colgando alguna que otra foto del proceso. Yo lo he intentado con una finca de mi abuelo que ha quedado en medio de terreno de nadie, pero no he llegado más allá que la limpieza de fentos y maleza. Quería intentar desarrollar este otoño una cama elevada y testar a ver como funciona. La parcela no tiene agua así que hay que pensar muy bien que es lo que puedo conseguir. si bien el clima es atlántico y tenemos unas benditas lluvias, también sucede que estos terrenos están bien drenados. Ha resultado muy fuerte el ponerse a desbrozar toda la parcela de apenas 400 metros cuadrados y en el fondo descubrir que las plantas que allí estaban nos daban pistas sobre zonas más húmedas…. Pero al no estar en un lugar accesible está siendo complicado ir con las herramientas de trabajo. Y en una semana on el calor y la agradecida lluvia sorpresa todo vuelve a crecer… Parece una lucha en vano. Me he dedicado a limiar sobredodo la hiedra y las zarzas que trepaban por los árboles y en algunos casos lo estaban ahogando…. Ya te iré contando pero mi intención era la de emplear semillas de gramíneas para crear una pradera naturalizada donde ir a hace una comida todos los de mi familia o que podamos pasar alguna tarde de verano.
Gracias también por mostrarme nuevos blogs fantásticos. Me lo apunto para seguirlo.
Y muchas gracias por seguir al pie del cañon con Quincunx, es aire limpio para mis pulmones. Un abrazo fuerte
he leido sus comentarios, interesante, ud tiene jardines mediteraneos<, exito!!!