No sabía cómo empezar, pero quería escribir algo y hacerlo rápido —y ya han pasado 3 semanas desde que empecé estas líneas—. Después de dos años de ausencia, algunos —no todos—, os estaréis preguntando qué he estado haciendo todo este tiempo. Sin entretenerme mucho, aquí va una lista de acontecimientos, con la esperanza, si no de excusar la ausencia, al menos sí dar un poco de perspectiva.
Acontecimientos recientes:
– Me casé con el hombre al que amo desde hace más de 7 años.
– Nos mudamos a vivir a California (cerca de San Francisco).
– Colaboré con un pequeño arboreto de plantas regionales promovido por vecinos activistas
– Entré en crisis con el blog.
– Encontré trabajo de arquitecto paisajista en un estudio con proyectos muy interesantes y donde por primera vez siento reconocida mi formación, mi valía técnica y artística y la profesión a la que decidí dedicarme.
– Postergué mi crisis con el blog hasta que tuviera más tiempo para repensar hacia dónde dirigirlo.
– Me hicieron una entrevista.
– Pensé un poco en el blog un fin de semana que tuve tiempo. No llegué a ninguna conclusión.
– Volví a trabajar demasiadas horas a la semana.
– Me decidí a escribir lo que fuera y que el blog se repensara solo, porque sospecho que el día de pensar no va a llegar nunca.
Ahora sí, ya podemos seguir, como decíamos ayer…
Una de las cosas que pensé aquel fin de semana de crisis con Quincunx es que las últimas entradas, que escribí ya desde California, no reflejaban mis nuevas experiencias aquí; quería compartir mi fascinación por este paisaje y este clima, que es como estar en casa y no estarlo a la vez. Es, para que os hagáis una idea, como si estuviera en un capítulo de una serie de ciencia ficción, y me hubiera trasladado a una dimensión paralela en la que la luz, los árboles, los arbustos, las rocas (no tanto los animales) del Mediterráneo que conocía y este nuevo Mediterráneo, hubieran sido creados con el mismo proyecto, pero que dos Arquitectos distintos hubieran dirigido la obra.
Entre otras ideas que rondan por mi cabeza, está la de hacer una serie de entradas en la que los suelos y las plantas de aquí y allá se encuentren, cara a cara, y ver qué se dirían. Que un encino costero de aquí hable con una encina de la Mancha, una tímida gayuba se viera las caras con una descarada manzanita o un madroño tenga una cita a ciegas con una madroña. ¿Que no los conocéis por estos nombres? Ya habrá tiempo de eso. O no.
Pero hoy quería hablaros de otra cosa. Me estoy leyendo un libro, «Oaks of California» («Robles de California») porque, como habréis notado a estas alturas, me ha dado fuerte con la flora de aquí y coincidía que había un ejemplar en la oficina.
Hubo un tiempo en que estos imponentes árboles dominaban el paisaje de California. Lo que hoy es Silicon Valley (el valle de Santa Clara) fue un día una gran dehesa de robles. Por otro lado, Oakland (literalmente, tierra de robles) era antes conocida como Encinal del Temescal. Paso Robles, Encinitas, Thousand Oaks… todos estos nombres recuerdan cómo era este lugar cuando lo encontraron los primeros pobladores.
En California, parece que desde hace un tiempo se considera al roble (oak) como el árbol del estado, porque se puede encontrar a lo largo de toda su geografía, excepto en los desiertos. Esto es medianamente cierto y la imagen del roble retorcido contra el horizonte se ha convertido, quizá junto con las secuoyas, en icono de estas tierras, pero a la vez se trata de una jugarreta del lenguaje.
Si en España habláramos inglés, también podríamos decir que el oak es el árbol por excelencia, porque lo encontramos prácticamente en todas partes, pero tan rica como es la península en especies de Quercus, lo es también el español en nombres: encina, carrasca, chaparra, carbayo, melojo, quejigo, coscoja, alcornoque… Son distintos personajes en el paisaje.
Aquí son todos oaks, de una especie u otra, de hoja perenne o caduca, dura o blanda, lisa o lobulada, arbustos o árboles pero oaks al fin y al cabo. Hoy os quiero presentar mis seis favoritos.
Los primeros pobladores hispanos tenían claro lo que era un roble y llamaron así a aquellos que recordaban a los robles de la vieja Europa, con hojas lobuladas, finas y caducas.
Aún hoy, en inglés, se puede llamar roble —tal cual— al Quercus lobata, aunque es más conocido como valley oak. El nombre común en español es roble de los valles, porque le gustan los suelos profundos y con una fuente de agua subterránea constante, aunque esta sea poco importante. Es un árbol muy curioso, porque durante sus primeros años —¡a veces hasta cien!— su porte es bastante erguido —mira la primera foto del artículo—, casi como el de un ginkgo. Es sólo después cuando empieza a ensancharse, retorcerse y a adoptar su silueta y tamaño característicos, que te dejan con la boca abierta.
Por otro lado, es el roble californiano que crece más rápido y puede alcanzar los 25 m de altura, el más grande de los Estados Unidos y su porte impresiona.
Otro roble que tengo ganas de incorporar a algún proyecto es el roble azul o Quercus douglasii (blue oak). Si no lo he hecho todavía es porque la biblia de la jardinería en California, el Sunset Western Garden Book —del que algún día hablaré—, y el vivero Las Pilitas —una manera fiable y amena de aprender sobre las plantas de California—, dicen que crece muy lento, y con clientes que tratan de comprar el tiempo, es un árbol complicado de vender. Lo interesante de este roble es el tono azulado que le confieren sus hojas gris-azuladas y que crece en suelos pobres y con escasas precipitaciones, pudiendo alcanzar hasta 15 m de altura.
Si hay algo que les falta a los dos robles anteriores es una bonita otoñada. El Quercus kelloggii (black oak) o roble negro es el que ofrece un otoño más espectacular, con hojas de color amarillo, naranja y rojo. En la naturaleza se le encuentra como acompañante en bosques de otras frondosas y coníferas en zonas altas o valles húmedos (requiere más agua que la mayoría), y puede alcanzar los 15 m de altura. Su principal interés es que puede crecer en suelos de serpentina, que es una roca tan abundante como endemoniada en California, y que limita muchísimo lo que se puede plantar o no. Un día hablaré de un proyecto de jardín en suelos de serpentina, que contiene altísimos niveles de magnesio y metales pesados, entre otras lindezas.
Como en su universo paralelo mediterráneo, en California también hay robles que no pierden la hoja. Los primeros pobladores hispanos los llamaron encinos, palabra que por aquel entonces era común junto con encina. Como me hace gracia esto de cambiar el género para designar una cosa que es lo mismo pero que no lo es, me quedo con el nombre de encino, que además es como se los sigue llamando en México.
El más icónico en la zona de la bahía de San Francisco es el Quercus agrifolia, en inglés llamado coast live oak, que literalmente viene a ser «roble perennifolio costero». Me gustaba llamarlo encino de la costa, y ha resultado ser el nombre que le dan en la Wikipedia. Para el ojo poco entrenado, desde lejos parece una encina como las de la dehesa extremeña, con hojas coriáceas y con puntas, que no se caen en invierno. Mirando una segunda vez, parece una encina recién levantada, los brotes nuevos sobresaliendo de la copa, como sin peinar. Las hojas son a menudo convexas, como pequeños cuencos del revés y con tamaños muy distintos detro del mismo árbol. Como su nombre indica, se encuentra sobre todo cerca de la costa, donde el clima es más suave.
Este es uno de los árboles más recurrentes en proyectos cuando se trata de crear una barrera visual o un fondo verde que dure todo el año. Y, aunque no tan alto como otros robles, puede llegar a alcanzar un gran porte (20 m).
Es muy resistente a la sequía y no le gustan nada las condiciones típicas de jardín. Para su cultivo/conservación se suele rodear de mulch hasta la línea de goteo, o con plantas que no precisen riego.
El hermano duro del árbol anterior es Quercus wislizeni, interior live oak, yo lo llamo encino del interior. Es el equivalente del encino de la costa pero en zonas con clima más continental y más pequeño, alcanzando hasta 15 m.
Otro primo cercano es el Quercus chrysolepis, canyon live oak. Wikipedia propone como nombre en español encino de las barrancas y a mí me parece una traducción perfecta, porque seguramente sea el nombre que se le da en Baja California, donde también se encuentra.
Se parece mucho al anterior, pero se encuentra en barrancos de montaña principalmente, aunque se extiende a más lugares en el norte del estado, que es más húmedo. Las hojas son más planas que las del encino de la costa y su envés es casi dorado; puede alcanzar hasta 15 m de alto. Por qué no es más común en jardinería es aún un misterio para mí, ya os contaré.
Y hasta aquí lo que quería contar (y aprender) sobre los robles de California. Para rematar y añadir un poco de terror a este asunto, indicar que las especies que pertenecen a una misma sección pueden hibridar, dando lugar a cosas como esta:
Etiquetas: agrifolia, california, chrysolepis, douglasii, encina, encino, kelloggii, lobata, plantas, quercus, roble, wislizenii
7 Comments
He comenzado emocionándome mucho, primero por recibir en mi correo tu nueva entrada en el blog y luego leyendo todas las cosas que te han estado pasando durante este tiempo.
Después mucha felicidad y mucha risa y sonrisa con tus elocuentes comentarios que me hacen que estés de regreso y ya veo con mucha energía.
Gracias por compartir un poquito más de tu saber en esas tierras. Si es que no me puedo resistir a leer con mucho gusto cada cosa que escribes. Lo extrañaba.
Muy interesante y muchas gracias.
Hola Alba, como ves el trabajo me absorbió un poco otra vez ;). Me alegro mucho de leerte y, aunque tengamos otros medios, seguramente haya contado cosas aquí que se nos escapan por whatsapp. Espero que te animes a venir pronto y verlo por ti misma. Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.
Maravilloso y concienzudo (por documentado) artículo
Gracias ferdinandFs. Espero poder seguir siendo así de concienzudo pronto. Espero que maravilloso también 😉
¿Y puede uno mandar su currículum vitae?
muy interesante. el ultimo foto es mio y no tiene credito. espero que lo arreglas pronto.
My apologies Pete, I always credit the photos, somehow I missed this one. Thanks for letting me know.